La sumisa traga polla por devoción y por obligación. Está en su ADN y es algo que debe hacer por todos los medios posibles para complacer a su hombre por mucho que no le guste. A esta chica, por ejemplo, no le gusta nada de nada tener una polla metida en su boca y mucho menos le agrada que esta llegue hasta su garganta. Pero a su amo es lo que le gusta y la utiliza siempre como si fuera un estercolero en el que vaciar sus pelotas, corriéndose de forma espesa y llenándola de semen a lo bestia. La tía nunca había visto salir tanta corrida de una polla.
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